El erizo de mar es uno de los exponentes más singulares en la gastronomía de la Marina. Estos pequeños animales de piel espinosa (equinodermos) habitan las zonas rocosas de la costa mediterránea, aunque su consumo se reduzca a esta parte del litoral casi exclusivamente. En la época de recolección, de enero a marzo, es muy apreciado su consumo y la parte comestible se reduce a las huevas, que ofrecen un aspecto rojizo o anaranjado y se obtienen después de abrirlos -no sin cierta habilidad-.
La maraña de púas sirve al erizo para desplazarse y protegerse y, a veces, hasta de herramienta para excavar y esconderse entre las rocas; la dureza de las mismas y del propio caparazón ofrecen cierta resistencia a la hora de obtener y paladear su contenido.
Todavía se mantiene la elaboración artesanal de los salazones, aunque para consumo propio, pero resulta imprescindible saborear a la hora del tapeo la riquísima amplia variedad de posibilidades que nos brindan: la mojama, las anchoas, els cape-Ilans (‘bacaladilla seca’), la melva, el bacalao o el bull.
Siempre resulta curiosa la imagen de los pulpos secándose en la cubierta de algunas barcas del cercano puerto de Dénia. Los marineros los abren, los extienden sobre unas cañas y los exponen para el secado convenientemente ventilados y recubiertos de pimentón para ahuyentar las moscas. Con el tiempo esta especia ha pasado a estar estrechamente relacionada con cualquier tipo de preparación culinaria del pulpo.
Este cefalópodo se saborea seco o fresco en algunas de las especialidades de Els Poblets, como el guisado de pulpo.
En cualquier hogar y en muchos restaurantes y bares de Els Poblets se cocinan sobre todo multitud de arroces: al horno, caldosos o en paella. Este cereal es, como en Italia el caso de la pasta, el protagonista de un sinfín de variedades clasificadas y otras que se pueden improvisar debido a su versatilidad.
Además, cada época del año, las hortalizas y las legumbres, secas o tiernas, sugieren combinaciones exquisitas que conforman la base de platos singulares o el acompañamiento de los arroces típicos.
Habichuelas, habas, judías, acelgas, coliflor, pencas, pimientos, berenjenas, tomates… la rica huerta valenciana se presenta sugerente en cualquiera de sus versiones, en guisos o simplemente a la brasa, con carne o con pescado.
Guisado de bull con cebolla habas revueltas gamba con acelgas guiso de pulpo o de caracoles…
Bacalao, melva, anchoas, pulpo y capellans (‘bacaladilla’)…
Arroz con habichuelas y pencas.
Arroz con habas peladas.
Arroz a banda.
Arroz con caracoles y judías.
Paella valenciana.
Paella con coliflor y bacalao.
Paella con cebolla.
Erizos
Cruet de peix (‘caldero de pescado’).
Espencat ( hortalizas a la brasa).
Sardinas en escabeche.
Berenjenas rellenas.
Coques (‘cocas’) escaldadas o al horno.
Pastissets (‘pequeñas empanadillas’) de moniato o de aguardiente.
Calabaza al horno.
Moniato al horno.
Coca de mida (‘torta dulce’).
La Marina Alta, de la que forma parte Els Poblets, se está consolidando como un pequeño paraíso gastronómico. Así lo reconoce la mismísima Guía Michelín, que en 2001 llega a repartir hasta Cinco Estrellas -entre antiguas y nuevas- a varios restaurantes de esta comarca, hecho insólito en tierras valencianas.
¿A qué se debe la reputación culinaria actual de la Marina Alta? Quizás la respuesta a esta cuestión sea que en esta comarca se aprecia y elabora una variante valiosa de la cocina valenciana como en ningún otro sitio. Y la cocina valenciana es una de las más atractivas y sabrosas de la ribera mediterránea.